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Reviews of OSH Por Isabel Rodríguez, Periodista(M.A. Documentary Film, Goldsmiths College, University of London). Arte vivo que sorprende. La primera sorpresa, sonora. En medio de las amplias calles de Berlín y a plena luz del día oímos una palabra que no suena ni alemán ni a ningún idioma conocido. ‘Xas, Xas, Xas’. Cuando unimos este sonido con la imagen, viene la segunda sorpresa. Visual. ¿Qué hacen dos personas montando una bicicleta desnudos? ¿Por qué tienen sus cuerpos pintados? Y no soy yo la más sorprendida. De hecho mi sorpresa es más manejable que aquella que oportunamente capta la cámara registrando a algunos transeúntes alemanes que quedan boquiabiertos de asombro. Una vez dentro de lo que alguna vez fue una central eléctrica en Berlín Oriental, estos dos personajes escapados de un capítulo de la Conquista de América bajan de la bicicleta. Y entonces viene la tercera sorpresa, un poco sonora, un poco visual, y sobre todo un estímulo a la imaginación que logra llevar a la audiencia a un estado sin tiempo y sin espacio. Vemos escenas domésticas del siglo XXI corporizadas en indígenas del siglo XVI, objetos comunes como cepillos de dientes y cigarros que se transforman en ofrendas para dioses paganos de culturas ancestrales, y elementos de la tierra que adquieren poder supremo en un encuentro cargado de sexualidad y que marca el paso de la niñez a la adultez. Y cada símbolo cumple su rol. Las escenas cargadas de fuerza y metáforas logran borrar las barreras espaciales y temporales y muestran una clara imagen de cómo el ser humano evoluciona sin dejar de repetir actos sociales y tribales intrínsecos a nuestra naturaleza. El rito como acto social da forma a las sociedades y a través de Osh vemos cómo una sociedad extinta, desconocida y misteriosa como la cultura Selk’nam en Chile puede ser revivida en Berlín en pleno siglo veintiuno. Desde el extremo sur del mundo, al centro de Europa; desde las enciclopedias y libros de historia, a la era de Internet y la globalización. Ahí está la magia de Osh; en la capacidad que tienen los artistas Luna Montenegro y Adrian Fisher para transportar a la audiencia fuera de sí mismos y darnos una experiencia corporal fuera de todo tiempo y espacio. Esto sí que es una sorpresa hoy en día.
XAS!, La Fábrica Invisible por Cristóbal Bianchi PhD Cultural Studies, London University Dos cuerpos pedalean de Tierra del Fuego a Berlín. En segundos recorren 14.071 kilómetros, en un instante traspasan 10.000 años. Extraviados de la Patagonia, quedan varados en la ciudad. Sobre el pavimento, recorren calles y puentes, cruzan un río y pasan semáforos. Mientras pedalean anuncian su llegada: “XAS!, XAS!, XAS!”. Amanece. Llega el atardecer: I am alone, I am astray. ‘Estoy sola, soy un extraño’. Llegan a la Central de Energía Umspannwerk, banderín de la revolución industrial. Viajan con poco equipaje. El mayor bulto: la bicicleta o la canoa. Traen una cartera, un cigarro, cuerdas y manivelas. Limpiaron sus cuerpos con acuarelas blancas. Removieron la maleza que cubre sus sexos. Cepillaron con violencia dientes y paladar. Las caderas ocultas hacen una órbita, y el falo de ramas secas se levanta. Close up de los labios mayores y menores. Astucia de la cámara. Ojo falso: I follow the trail alone. “Sigo sola el sendero”. Un ají, el primer y último abrazo. La mujer descansa haciendo señales de humo. Ruido de máquinas. Vientos en las dunas. Desolación del acto sexual: I woman am arriving alone. ‘Soy mujer llegando sola’. Con los nervios del guanaco, los Selk´nam fabrican mantas, amarran chozas, tensan sus arcos. Adrian Fisher y Luna Montenegro, ambos Selk´nam en Berlín, usan poleas, circuitos eléctricos, metales pesados y cepillos. La performance es otro ritual. Máquina del tiempo y fábrica invisible del rito OSH. Vasos comunicantes del norte y del sur. Exclamación vital ante la extinción de nuestros ancestros: “XAS!, XAS!, XAS!”. Londres, 2007. |
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